Mi relato de parto

Dicen que el parto es una compleja danza entre mamá y bebé. La nuestra empieza un lunes por la tarde, entrando en la semana 39, cuando siento como un hilo de líquido caliente recorre mi pierna izquierda hasta el pie. Decido ir al hospital para comprobar si trataba de una rotura de bolsa, pero el test dio negativo.

El jueves por la mañana ocurre lo mismo, pero con mayor liberación de líquido, así que decido ir al hospital aconsejada por mi obstetra. Los monitores apuntaban a que todo estaba en orden, pero en el eco se veía una disminución de líquido amniótico, así que autoricé que me hiceran un tacto, donde comprobamos que ya tenía una dilatación de dos centímetros y medio. Cuando mi obstetra retiró la mano chorreaba líquido hasta su codo. Tenía una fisura parcial de la bolsa que no se había detectado en el test por una alteración inofensiva del PH vaginal.

El siguiente paso era romper la bolsa por completo. Estuve de acuerdo, en mi caso era más riesgoso no hacerlo que hacerlo, así que lo autoricé. Gracias al hipnoparto pude valorar los riesgos y los beneficios de una intervención para tomar decisiones desde la certeza de que estaba haciendo lo mejor para mí y mi bebe, además, daríamos tiempo para que mi cuerpo reaccionara, lo que me anclaba a la calma, pues mis tiempos serían respetados.

Siendo primeriza, lo lógico era pensar que tardaría entre 24 y 48 horas en ponerme de parto espontáneamente. No era lo ideal, aún no estaba de parto y necesitaba una pequeña intervención, pero uno de los grandes trabajos que hacemos en el hipnoparto es aceptar que no podemos controlar cómo se van a desarrollar los eventos, pero que tendremos los recursos para navegar cualquier escenario. Así que este giro no alteró mi paz. Había logrado llegar a mi parto sin expectativas inamovibles y soltando todas mis fantasías de control, mi ánimo estaba intacto.

Enseguida recibí a mi marido, comimos y empecé a usar todos mis anclajes sensoriales que tanto había practicado. Saqué mi antifaz (visual), le puse un par de gotas de aceite de lavanda (olfativo), me puse los cascos y escuché el audio de hipnoparto que mi terapeuta había hecho solo para m (auditivo). En menos de un minuto había creado un oasis de paz en la sala de espera del paritorio de un hospital gigante en un día muy ajetreado.

Recuerdo sentir que ese par de horas eran decisivas. Promover que mi cuerpo segregara oxitocina de forma natural era clave, relajarme era fundamental.

Lo que sigue de mi parto transcurre en un abrir y cerrar de ojos; fugaz, directo, inminente. Cuando lo escribo siento que pasó tanto en tan poco tiempo que el largo de estos párrafos no le hacen justicia a las 3 horas y media que duró.

Nos instalamos en la habitación. Mi matrona entró sonriente a romper la bolsa y después que se vació, no hay casi margen de tiempo entre una cosa y otra. Ella hace un tacto y verifica que estoy de tres centímetros y medio y sin contracciones. Pasan unos 20 minutos y empiezo a sentir un movimiento intenso en la zona lumbar, me emociono, habían comenzado las contracciones; y empiezan a escalar en intensidad rápidamente. Me coloco los tens, doy una vuelta alrededor del paritorio y siento ganas intensas de regresar a la habitación.

Mi matrona entra y me propone masajear la tripa con la fitball de arriba abajo unas 10 veces. No logro llegar a la tercera porque la presión se intensifica y me siento poseída por una fuerza muy animal que me lleva al baño a pujar. Compruebo que no se trata de que quiero ir de vientre, sino que, genuinamente, siento una presión a la altura del coxis que me invita a pujar. Veo mi contador de contracciones y reconozco con asombro un patrón; cada ola duraba más de dos minutos y tenía un margen de descanso de 10 segundos entre cada una.

Recordé haber leído que, en muy pocos casos, las primerizas tienen partos cortos y muy intensos, se les llaman partos precipitados. ¿Sería esta mi situación?. Decido no distraerme con estas preguntas y ocuparme de lo importante. ¿Cómo hacer con este nuevo giro? ¿Qué hacer con estas sensaciones que no me daban margen de descanso?

Sabía y creo profundamente que no se trataba de aguantar el dolor, sino de saber gestionarlo. Aunque no sabía de cuántos centímetros estaba, tenía la certeza de que con ese ritmo llegaría muy cansada al final (lo que no sabía y nadie podía saber es que el final estaba muy cerca) y decidí ponerme la epidural. Conocía sus riesgos y beneficios a profundidad así que sentí que tomaba una buena decisión, una necesaria en mis circunstancias.

Nunca sabré de cuántos centímetros estaba cuando opté por la epidural; solo sé que transcurren 27 minutos entre que decidí ponérmela, me la ponen, y mi matrona me hace un tacto, confirmando que estoy completamente dilatada. Compartimos una sonrisa cómplice los tres. Me dijo “eres una campeona”.

El expulsivo duró un poco más. Sentí todo; como descendía su cabecita por el canal de parto y como mi cuerpo se abría para darle paso; y sí, la mítica sensación de que te partes en dos. Lo sentí todo, pero nunca sentí miedo.

La caricias de mi marido y las palabras de mi obstetra fueron claves “No te vas a partir en dos. Yo estoy aquí para que no pase nada”. Cerré los ojos, respiré profundo buscando fuerzas, pero mi útero se adelantó y pujó solo. La escuché decir “espera, no pujes” y yo decía “no estoy pujando”. Sin duda esto es imponente; comprobar la inminencia del parto y que se escapa de cualquier esfuerzo racional. Sucede y punto.

Vi cómo rápidamente maniobró para sacar la vuelta de cordón con la que venía Olivia y me la puso en el pecho, sus ojos grandes y hermosos me contemplaban. Estaba serena y curiosa, ávida por vivir y comer. Reptó silenciosamente hasta mi pecho y se enganchó instintivamente al pezón.

Salí de ahí vencedora de mis propios miedos, empoderada y feliz. Así deberíamos salir todas de nuestros partos. Cada vez que recorro en silencio estas memorias, no se me ocurre pensar en ningún: “¿y si hubiera?” Cada momento, cada giro, cada escenario, cada sensación y cada decisión, me parecen las mejores. Todo lo que pasó era lo mejor que podía pasar en mis circunstancias y por eso tuve El Mejor Parto.